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miércoles, 27 de agosto de 2014

Dos almas sobre la arena

Dos almas sobre la arena, el mar lavaba sus pies. 

Con caricias, roces y dulces palabras olvidaban todo aquello que los rodeaba.
 El sol no brillaba tanto como sus ojos ni la brisa era tan fresca como sus besos. 

Atrapado entre sus brazos, para él, el tiempo se detuvo mientras ella tarareaba suavemente canciones divinas bien cerca de su oído izquierdo. 

Los fragmentos de coral rosa no borraban la suavidad de su mejilla como la más fina de las telas de seda. La arena blanca no teñía el negro azabache de sus cabellos.

Él clamaba por un beso que lo hiciera soñar despierto y ella esperaba un beso cálido que le mostrara todo su amor. 
Sus labios estaban tan cerca entre sí que la energía estática y el magnetismo luchaban por unirlos en un beso eterno. 
Un beso protector, un beso sin igual… 

Más sus cuerpos temblaban de ansiedad ante los ojos de las gaviotas y las algas húmedas. Aquel momento fue un descanso sobre las nubes acompañado de la persona más importante de sus vidas. 
Pero el beso, el dulce beso, quedó pendiente. 

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